
INFORME ESPECIAL
El departamento del Guaviare, considerado la puerta de entrada a la Amazonía, atraviesa uno de los momentos más críticos de los últimos años. La deforestación avanza a un ritmo acelerado debido a la expansión de la ganadería, la construcción de vías ilegales, cultivos ilícitos y el acaparamiento de tierras.
A esto se suma el deterioro de la seguridad pública por la presencia de grupos armados, amenazas a líderes comunitarios y la desaparición de civiles.
Aunque existen programas gubernamentales destinados a la conservación ambiental, la falta de garantías de seguridad y las dificultades institucionales han limitado su impacto.
La región continúa en una encrucijada donde confluyen crisis ambiental, social y humanitaria.
Datos recientes de deforestación en Colombia y la Amazonía
En 2024, Colombia perdió en total 113.608 hectáreas de bosque, un aumento del 43 % respecto al año anterior.
De ese total, cerca de 77.000 hectáreas (alrededor del 65 % de la pérdida nacional) se ubicaron en la Amazonía, incluyendo territorios como Guaviare, Meta, Caquetá y Putumayo.
Después de una caída histórica en 2023 —cuando la deforestación en la Amazonía bajó a 44.274 hectáreas (una reducción de 38 % frente a 2022)— la tendencia se revirtió en 2024, mostrando presión renovada sobre los bosques.
En el primer trimestre de 2025, según datos del IDEAM, la deforestación cayó un 33 % frente al mismo periodo de 2024: de 40.219 a unas 27.000 hectáreas.
Aun así, la Amazonía sigue concentrando la mayor parte de la pérdida: la región representó cerca del 69 % de la deforestación nacional en ese periodo.
En el segundo trimestre de 2025, las alertas de deforestación en la Amazonía descendieron un 16 % respecto al mismo periodo de 2024, según el IDEAM.
No obstante, departamentos como Guaviare y Putumayo mantienen “focos activos” de pérdida de bosque.

Qué significa para Guaviare y para Colombia
La combinación de pérdida forestal, presión territorial, actividades ilícitas y deficiente gobernanza convierte a Guaviare en un escenario complejo:
La pérdida acelerada del bosque pone en peligro la biodiversidad única de la Amazonía y contribuye al cambio climático.
Las comunidades rurales e indígenas enfrentan mayor inseguridad, riesgos de desplazamiento, acaparamiento de tierras y conflictos por los recursos.
A pesar de esfuerzos gubernamentales y comunitarios, los resultados son mixtos: aunque hay avances recientes, la tasa de deforestación demuestra lo volátil que sigue siendo la situación.
Es urgente reforzar la vigilancia, la presencia estatal, los programas de conservación, reforestación y garantizar protección a las comunidades vulnerables.






