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La cultura maker, basada en la filosofía del “hacer para aprender”, está transformando los entornos educativos al integrar principios de creatividad, tecnología y colaboración. Este enfoque, que se asocia con el movimiento “Do It Yourself” (hazlo tú mismo), va más allá de crear objetos en casa: promueve la democratización de la tecnología y el desarrollo de soluciones tangibles en el aula.
Según expertos como Sabrina Benchoam, especialista en entornos STEM, y Joaquín Wolf, referente en tecnología educativa, la cultura maker fomenta habilidades clave en niños desde la educación inicial y primaria, como la resolución de problemas, la creatividad y el trabajo en equipo.
Hacer para aprender: principios de la educación maker
La cultura maker impulsa un aprendizaje activo donde los estudiantes se convierten en protagonistas de sus procesos educativos. Al trabajar con herramientas accesibles, como bloques de construcción o kits de robótica, los niños desarrollan habilidades fundamentales, desde la motricidad fina hasta el pensamiento lógico.
“Integrar el enfoque maker en las aulas permite que los estudiantes resuelvan problemas reales, experimenten con materiales diversos y conecten el aprendizaje con su entorno”, explican Benchoam y Wolf. A través de proyectos prácticos, el error se convierte en parte esencial del proceso: probar, equivocarse, ajustar y aprender son pilares del movimiento maker.
Robótica y recursos accesibles
Aunque la robótica pueda asociarse con equipos costosos, el enfoque maker demuestra que se pueden crear prototipos funcionales con materiales simples como cartón, bandas elásticas y motores reciclados. El objetivo es experimentar y construir con lo que está a la mano, fomentando la imaginación y la creatividad tanto en casa como en espacios educativos.
Beneficios para la comprensión lectora
En un contexto donde las cifras sobre alfabetización en América Latina preocupan, el enfoque maker potencia la comprensión lectora al vincularla con proyectos prácticos. La lectura deja de ser una actividad aislada y se convierte en una herramienta funcional para interpretar manuales, instrucciones y textos técnicos, incrementando la motivación y la comprensión profunda de los contenidos.
Cultura maker y nuevas tecnologías
La incorporación de herramientas como la inteligencia artificial generativa (IAG) amplía aún más las posibilidades del mundo maker. La IA permite a los estudiantes acceder a tutoriales personalizados, diseñar modelos en 3D y prototipar soluciones innovadoras, democratizando el acceso al conocimiento y fomentando un aprendizaje basado en la experimentación.
“La cultura maker y la inteligencia artificial promueven la creatividad y el aprendizaje interdisciplinario, donde el error se convierte en innovación”, concluyen los especialistas.
Un enfoque para el futuro
La cultura maker no solo transforma la forma de aprender, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar desafíos del mundo real. Al integrar creatividad, tecnología y colaboración, este movimiento contribuye al desarrollo de habilidades socioemocionales y cognitivas que serán clave en su crecimiento integral.
Resumen de agencias.





